REPORTAJE: ECOLOGÍA
MÓNICA SALOMONE 17/05/2009
Una rana con garras, una salamandra gigante, una serpiente enana y un ser que no se sabe si es planta o animal. ¿Qué hacen estos diez bichos en un planeta como éste? Poco. Son raros, los acaban de descubrir y ya están en peligro de extinción.
La vida te da sorpresas, y aquí repasamos algunas. Son sorpresas no sólo por nuevas, sino por originales. En estas páginas hay seres que en los últimos años han provocado asombro entre los investigadores. Un animal que se convierte en planta, una rana capaz de romper sus huesos y convertirlos en garras, otra rana violeta, una serpiente más pequeña que un euro, un mamífero que inyecta veneno como una serpiente... Son apenas una ínfima muestra de la imaginación desplegada por la evolución a lo largo de 3.500 millones de años. Ahora, la pregunta es: ¿cómo evitar que se extingan antes de que dé tiempo a estudiarlos?
Como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, los naturalistas del siglo XXI repiten: "Llego tarde, llego tarde... ". La razón es que su objeto de estudio desaparece incluso antes de que ellos hayan podido echarle el guante. "Vivimos muy estresados. Tenemos que trabajar rápido", dice Rafael Zardoya, del Museo Nacional de Ciencias Naturales. "Cuando vuelves a un sitio, donde había un trozo de selva ya no está. Procuras coger lo que puedes, pero anda que no queda por coger... La biodiversidad desaparece antes de que nos dé tiempo a describirla".
¿Pero realmente faltan tantas especies por descubrir? Los naturalistas levantan las cejas ante esta pregunta: ¡Por supuesto! "Hasta ahora se han descubierto 1,5 millones de especies, de las que más de la mitad son insectos", responde Carly Waterman, de la Sociedad Zoológica de Londres. "Y se estima que hay en el mundo entre 5 y 30 millones de especies".
Se supone que esos millones aún desconocidos serán bichos pequeños, insectos, por no hablar de microorganismos, de los que tal vez se conozca apenas el 1% de la biodiversidad real. Sí, en su mayoría. Pero no únicamente. "En lo que va de año, y sólo en la revista Zootaxa, se han descrito 12 reptiles, 5 anfibios, 15 peces y 1 mamífero", dice Xavier Bellés, director del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona. Hace dos años se encontró en Cataluña el tritón del Montseny, y en Canarias se han hallado recientemente nuevos lagartos gigantes.
¿Y mamíferos? "Se estima que sólo en esta década se descubrirán más de 300 especies nuevas ", afirma por correo electrónico Kristofer Helgen, del Instituto Smithsonian (Washington) y descubridor él mismo de un centenar de nuevos mamíferos.
La inmensa variedad de los organismos demuestra la capacidad de adaptación de la vida, su voluntad de conquistar cada recoveco con las mínimas condiciones de habitabilidad, cualesquiera que sean. Hay especies exclusivas de una única charca, de una única cueva, del metro de Londres (en concreto un mosquito, Culex molestus, aparecido como especie en las últimas décadas). Pero la velocidad a la que los humanos transformamos el planeta compite con la vida, y le gana por la mano. Pongamos por caso el kipunji, un nuevo primate encontrado en 2006 en Tanzania. El año pasado, la Unión Mundial para Conservación de la Naturaleza (UICN) ya lo declaró "en peligro crítico".
"La extinción es un proceso natural", dice Carly Waterman. "Pero ahora ocurre mil veces más rápido de lo normal. Estamos en la mayor extinción desde la desaparición de los dinosaurios. Entre el 10% y el 30% de los mamíferos, aves y anfibios están amenazados por la acción humana. Además, ahora las especies no son reemplazadas, al contrario que en un proceso ecológico natural". Waterman participa en un inventario relacionado con el llamado problema del Arca de Noé: ¿En qué especies concentrar los esfuerzos de conservación? El proyecto EDGE (www.edgeofexistence.org), siglas de Evolutivamente Distintos y Globalmente Amenazados, creado hace dos años y financiado con donaciones personales, ha seleccionado 100 anfibios y 100 mamíferos a base de cruzar la lista de especies en peligro de la UICN con el árbol evolutivo de mamíferos y anfibios. El resultado son los animales más amenazados y más raros desde el punto de vista genético.
En estas páginas hemos seleccionado 10 de estas especies raras, nuevas y en peligro.
1 Anfibios con garras. Cuando David Blackburn, de la Universidad de Kansas (EE UU), la encontró en Camerún y la cogió, notó un intenso dolor en la mano. ¡La ranita le había hecho una herida! ¿Con qué? Cuando este animal se siente en peligro rompe los huesos de sus patas y los saca como garras. Aunque estas ranas (Astylosternus perreti y Trichobatrachus robustus) se conocen desde hace un siglo, sólo ahora se ha descubierto este "extraño mecanismo de defensa", dice Blackburn. "Eso indica lo poco que sabemos aún de muchos grupos de organismos".
2 ¿Esto es una rana? Su croar parece un chasquido, y en las grabaciones científicas no se la ve saltar, sino corretear. Pero sí, es una rana. Vive a cuatro metros bajo tierra comiendo termitas y sólo sale durante el monzón. Fue descubierta en la India en 2003: la primera nueva familia de anfibios que se describía desde 1926. Una familia es una rama gruesa en el árbol de la vida; de ella salen géneros, y de los géneros, especies (los humanos pertenecemos a la familia de los homínidos, junto con los orangutanes, chimpancés y gorilas). La rana púrpura (Nasikabatrachus sahyadrensis) es la única representante de un linaje que ha evolucionado independientemente durante 130 millones de años. Hoy vive amenazada por la deforestación para plantaciones de café, cardamomo y jengibre.
3 Croa y cabe en una uña. Seguramente el anfibio más pequeño (conocido) del mundo es la ranita de las Seychelles (Sooglossus gardineri), que no mide más de un centímetro. Su pariente más próxima es... ¡la rana púrpura!, la número 2. Ésta vive en la India, a 2.500 kilómetros de distancia y con el océano Índico de por medio. ¿Cómo es posible? Cosas de la vida. Y de la Tierra. Hace 200 millones de años, las Seychelles formaban parte del supercontinente Gondwana; India, también. Ahí vivió el antepasado común de ambos anfibios. Pero hace 131 millones de años -esto es, 30 millones de años antes de que apareciera el antepasado común de humanos y elefantes- el linaje se escindió, y de ese acontecimiento quedan sólo estas dos especies tan distintas.
4 ¿Animal o planta? Esta babosa marina llamada Elysia chlorotica come algas, y al hacerlo integra en sus propias células los cloroplastos, la maquinaria responsable de la fotosíntesis. El resultado es que Elysia adquiere la capacidad de fotosintetizar. En 2008, Mary Rumpho, de la Universidad de Maine (Estados Unidos), descubrió que no sólo los cloroplastos de las algas pasan a las células del animal, sino que al menos uno de los 2.000 genes necesarios para la fotosíntesis es transferido al ADN de Elysia. Es la primera vez que se demuestra este mecanismo, que en esencia convierte un animal (un ser que se alimenta de otros seres vivos) en una planta (capaz de obtener su energía directamente de la luz solar).
5 En los dos polos. Los investigadores del macroproyecto internacional Censo de la Vida Marina acaban de descubrir que al menos 235 especies marinas viven tanto en el océano Ártico como en el Antártico. Una de ellas es Bolinopsis infundibulum, en la foto de la doble página anterior, un ser luminiscente que recuerda a las medusas, pero que es un ctenóforo. Puede medir un palmo de largo. ¿Cómo ha sido el viaje de estas especies que pueblan ambos polos del planeta? Aún no hay respuesta. Bolinopsis no es una especie nueva, pero pueden serlo decenas de otros seres que los investigadores del Censo de la Vida Marina han hallado y aún no saben cómo clasificar.
6 El sapo que vio a los dinosaurios. Este sapo partero bético, Alytes dickhilleni, es la única especie española de la lista EDGE. Los machos de los Alytes cargan los huevos atados a sus patas traseras durante un mes o más. Cuando están listos para eclosionar, los sueltan en las charcas. La familia a la que pertenecen se separó del resto de los anfibios hace unos 210 millones de años, a finales del triásico, más o menos cuando empezaron a aparecer los primeros mamíferos. Es decir, los sapos parteros evolucionaron a los pies de los primeros dinosaurios y sobrevivieron a su decadencia. Alytes dickhilleni es endémica del sureste de la península Ibérica, hoy considerada vulnerable por la degradación de su hábitat.
7 Una salamandra gigante. La salamandra china, ese animal tan extraño de la izquierda, incluido en el proyecto EDGE, llega a medir dos metros: es el anfibio más grande de la Tierra. Vive en los cursos de agua de alta montaña de China y come peces y crustáceos. Tiene la cabeza chata y la piel rugosa. Su población ha sido diezmada drásticamente por la caza y la destrucción de su hábitat. Pertenece a la familia de las Cryptobranchidae, de la que quedan sólo tres especies de salamandra. Sus ancestros se separaron de otros anfibios durante el jurásico, hace más de 170 millones de años.
8 Serpiente enana. Leptotyphlops carlae es la más pequeña de las más de 3.100 especies de serpientes conocidas. Come larvas de hormiga y termitas. La encontró en 2008 en las Barbados Blair Hedges, descubridor también de otras 60 especies de reptiles y anfibios. "La destrucción del hábitat es la principal amenaza para la biodiversidad en todo el mundo", dice Hedges. "No me sorprendería si conociéramos menos de la mitad de las especies que existen".
9 El misterio de la iguana rosada. Lo curioso no es que Darwin no viera a este animal cuando estuvo en las Galápagos, sino que tampoco lo hicieran la infinidad de naturalistas que llegaron después. La iguana rosada se descubrió en 1986. Además, este año, investigadores italianos y ecuatorianos, tras analizar su ADN, han hallado que es muy distinta de las demás iguanas del archipiélago, a pesar de que comparten el mismo hábitat. "Se separaron hace cinco y seis millones de años, antes incluso de que se formaran las islas actuales", explica por teléfono Gabriele Gentile, de la universidad romana Tor Vergata. ¿Viviendo tan cerca, cómo no se cruzaron? Un misterio. ¡Como tantos otros!
10 El veneno de un mamífero. Solenodon paradoxus vive en Haití y en la República Dominicana y es, junto con el solenodon de Cuba, el único mamífero hoy vivo capaz de inyectar veneno en sus presas como si fuera una serpiente. Tan especial resulta, que ha sido incluido en el proyecto EDGE. Mide unos 30 centímetros (sin la cola). Es un insectívoro cuyos ancestros se separaron de los demás mamíferos hace nada menos que 76 millones de años. Antes de la colonización española era el único predador de la isla de Santo Domingo, así que no ha desarrollado defensas contra los perros y los gatos introducidos.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Extranos/Tierra/elpepusoceps/20090517elpepspor_4/Tes
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